En el casco urbano de Chelva destacan el antiguo Ayuntamiento (siglo XVI) y la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de los Ángeles (1626-1702), así como distintas ermitas, restos de una muralla árabe y los barrios judío, árabe y morisco.
Pero quizá lo que más me gustó de esta localidad fue la ruta del agua que se puede realizar, un itinerario turístico que combina naturaleza y cultura en un agradable paseo junto a las aguas del río Chelva. La Playeta es un paraje singular en el que el agua se remansa tras caer en pequeñas cascadas, y en verano se convierte en un estupendo lugar para refrescarse.
Las aguas llegan a esta playa a través de un estrecho cañón, y para pasar al otro lado sin mojarse es necesario atravesar un túnel no apto para claustrofóbicos, el paso de Olinches. Por este túnel excavado en la roca discurría el agua desde la presa Olinches, y aunque cuenta con luces para hacer el recorrido más cómodo, no sé cuánto tiempo llevarán sin funcionar. Hay tramos en los que se hace necesario avanzar completamente a ciegas y encorvarse para no toparnos con el techo. Pero el paisaje que aparece al final de la oscuridad merece la pena.
Bonita época el otoño para conocer este entorno, pues aunque no pudimos disfrutar del agua, los colores que nos regaló el paisaje, dorados y verdes brillantes incluso en un día brumoso, junto al continuo rumor del agua, difícilmente pueden ser superados en espectacularidad. Quizá cuando la nieve los cubra.
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