sábado, 1 de septiembre de 2012

¿Cómo serán los viajes temporales?



Con esta interesante propuesta retaba a sus oyentes el programa de RNE "El ojo crítico" para su taller de microrrelatos. En menos de 150 palabras teníamos que crear una historia relacionada con "paquetes de viajes temporales". Me puse manos a la obra y, aunque sean ficción, no me resisto a compartir con mis amigos viajeros los "experimentos" que creé con esta idea.

Se trata de tres microrrelatos con esa base argumental de viajes hacia el futuro o hacia el pasado, que juega con las paradojas temporales y con la incertidumbre que (aún) rodea este tipo de viajes.

Parece que mi reciente lectura de "Crónicas marcianas" de Ray Bradbury ha condicionado una visión un tanto pesimista de ese futuro, y se nota en la desolación del primer microcuento que podéis leer aquí. Aun así, me obligué a hacer uno de los microrrelatos con un toque de humor. Espero que disfrutéis de estas historias, tal vez similares a los posts que escribiríamos dentro de mil o dos mil años...


Entró a la agencia como quien acude al médico sin estar enfermo y tan solo busca ser escuchado. En realidad, Andrés padecía el mal del siglo XXII, la soledad. Por eso sabía que la sonrisa impostada de los empleados le reconfortaría. Les pediría consejo para viajar en el tiempo, dejándose guiar por una agradable aunque previsible charla. Quería un viaje hacia el pasado. Un trayecto que le permitiera conocer tiempos en los que se trabajaba junto a personas, en los que los amigos se reunían, en los que existían familias y los bebés nacían de sus madres... Tiempos en los que incluso los agentes de viaje eran de carne y hueso. 
- ¿Viajará solo el señor o quiere que le incluyamos algún compañero? 
Andrés salió de la agencia con un traslado en grupo al siglo XX, pero con la amargura del enfermo que sabe que nada le va a curar...


Ese despertar en el Marte del futuro había sido de lo más dulce. Le estaba gustando mucho más que cuando fue a Venus. Ni 2000 años después habían logrado acondicionar aquel maldito planeta para que no fuera un horno. Pero Marte... Oh, tan solo 500 años más tarde ¡ya era una delicia para las vacaciones! Esos cráteres con todas las comodidades y vistas al infinito, esos mares de dunas tan fabulosos para la piel, los casquetes polares para la práctica de deportes de invierno... Lo echaría de menos cuando volviera a 2050 en la Tierra... Espera, ¿o era a 2175 en la Luna? ¿Tal vez al año 2200 en la base interestelar X-10? Grrrrr... En cuanto regresara denunciaría a la agencia por provocar confusión mental con su paquete de diez viajes al precio de cinco. Eso, suponiendo que lograra recordar a cuándo y dónde volver...


Por primera vez la agencia de viajes llevaba a un cliente al pasado. Hasta ahora, el comité científico intertemporal consideraba que el trayecto tiempo atrás era inviable. En realidad, era una incógnita, pero mucha gente estaba dispuesta a ser pionera, de modo que escogieron cuidadosamente un candidato. Marcos fue el elegido, y tuvo que aprender a regresar al presente, igual que se hacía desde el futuro, manejando un pequeño artilugio. Él quiso volar a la infancia en su hogar, tenía mucho que contarles a sus padres. Y quería formularles algunas preguntas de esas que surgen cuando ya no pueden hacerse. Tras la cuidada disposición para el viaje, una rejuvenecida cara familiar sonrió a Marcos a través de los barrotes de la cuna, y miró extrañada un pequeño mando que había aparecido junto a él y que pronto acabaría en el cesto de los juguetes. Las preguntas tendrían que esperar...